adagio
un călău harnic
cu securea tocită
iubirea
adagi 
un botxí diligent
un botxí diligent
amb la destral esmussada
l'amor
l'amor
adagio
un verdugo diligente
con el hacha roma
el amor
Querido Andrei: 
Te
 envío "Adagio", un poema breve con regusto a haiku, aunque no guarde 
propiamente la métrica convenida. Una exquisitez de Alexandru Petria, 
poeta del que ya anteriormente dábamos noticia en el blog. Se da la 
circunstancia de que es acá en donde se encuentra el verso que da título
 a su último y reciente poemario editado, Călău Harnic. En
 efecto,  el poemilla, breve en su extensión, pero grande en su 
intención lírica mantiene la tensión entre los dos planos y podríamos 
decir que se trata de una 'definición de amor', procedimiento tan 
estimado en los poetas cortesanos de finales de la Edad Media europea y 
no menos por los renacentistas. En realidad, es una herencia de la 
Escolástica y, a su vez, del idealismo neoplatónico. El intento de 
atrapar en las redes de la lógica tomista la 'virtus' del aliento o 
soplo, la fuerza creadora y vivificadora del amor. Todo eso conforma una
 tradición a la que no es ajeno Alejandro Petria, aunque sólo sea para 
contratacar desde el descrédito formal, pero delicadísimo, del 
(des)amor. A ello contribuye la propia concepción del adagio como 
movimiento lento y propenso a la languidez y tristeza, pero también los 
adagios literarios, hoy, para nuestro pesar, en desuso. Podemos imaginar
 la cópula simbólica nuclear entre el amor y el verdugo: don Amor -la 
personificación va de sí- es/es como un verdugo, diligente, 
amante de su oficio, pero con una herramienta de trabajo deficiente, que
 le impide, pues, demostrar su profesionalidad en el tajo, nunca mejor 
dicho.

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