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Prin ochii cei doi
se înalță tot corpul
pe culmile lumii.
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En los dos ojos
se colocan los cuerpos
encima del mundo.
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En els dos ulls
lliguen els cossos
es als cimals del
món
***
Sorbi din apele
care vin din
adâncuri,
sunt mai curate.
***
Bebes de las aguas
de las profundidades,
son más limpias.
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Només bec de les
aigües
que venen de les profunditats,
són més escurades.
*Querido
Andrei: Dos haikús (o mejor hai-kai), los primeros que te traduzco y de forma
personal, pues no guardan la estructura de los tres versos y apenas conozco la escansión
de la métrica rumana para afirmar a ciencia cierta si se cumple o no la
convención de las diecisiete sílabas en el cómputo total, pero me inclino a
pensar que no. Sólo queda marcar el zas,
plaf o wit que propicie el salto de la rana del plano real o
físico al plano simbólico (en el que descansa el aparato retórico-formal, singularmente
la metáfora).
El
primer haikú es rico y complejo pues habría de desbrozarse la idea de comunión
de los cuerpos a través del sentido (la mirada) con el símbolo irracional de la
montaña, tan apreciado en San Juan de la Cruz y bien estudiado por Carlos
Bousoño en su clásico ‘Teoría de la expresión poética’. Una complejidad que
alcanza la analogía de los ojos – en la parte más alta del cuerpo- con las
cumbres –la parte más alta de la montaña. Tal transposición o analogía tiene un
ejemplo más que evidente con el tratamiento barroco del cuerpo de la amada con
las partes de una catedral.
El
segundo haikú, en cambio, plantea la ascensión de manera inversa. Y aseverativa,
desde la primera persona. Es decir, si en el anterior haikú se daba la referencia
de la tercera persona, lo que hacía asumir cierto distanciamiento y
objetivización, en el segundo hay asunción plena del yo lírico. Y son más
evidentes los dos planos ya que se parte
de un nexo lírico muy contextualizado desde la lírica de los pasajes sacros: el
agua que calma la sed. Y el agua más limpia, depurada, sana llega de las
profundidades. Y, para ser osado, y enlazando ambos textos, desde el fondo de
la ‘Montaña’.
Ya
sólo quedaría explicitar los contenidos interiores, más próximos al tema de la
fe, pero eso excedería con mucho esta reflexión ensoñadora de tus dos
poemas-centella.
Has hecho trampa, jejeje, Andrei. Cuando yo escribo la nota no habías usado tres versos, sino tan solo de dos, así que el principio de mi comentario respecto del no cumplimiento de la composición en tres versos ahora debería desparecer. Un abrazo. Pere.
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