duminică, 24 iulie 2011

Apocalipsă terestră/Apocalipsis terrestre/Apocalipsi terrestre

Apocalipsă terestră

Dormitez pe marginea unei mingi de foc şi pară,
în jur jivine muribunde, cu viscerele ieşite afară.

Munţi înarmaţi până în piscuri apar din mare cu miile,
mitraliind din înalturi pădurile şi câmpiile.

Dinozaurii urlă demonic în depărtare, cutremurele curmă
orice speranţă la viaţă, ucigându-le turma.

Nori de cenuşă cernută printre dinţi se mişcă spre soare:
ceva se naşte aici, altceva moare...


Apocalipsis terrestre


Te duermes a la orilla de una bola de fuego y llamas,
fieras con los intestinos fuera del cuerpo es el panorama.

Montañas armadas hasta sus picos han salido desde los mares,
tiroteando desde el cielo los bosques y los valles.

Aullidos de dinosaurios se escuchan de lejos, los terremotos
terminan con la esperanza de salvarse, matando a todos.

Ceniza ardiente pasada por los dientes no acaba de moverse:
algo despierta aquí y algo desaparece... 

Apocalipsi terrestre

Dorms a la vora d’una bola de foc i cremor,
al voltant d’animals moribunds, amb les vísceres eixides.

Muntanyes armades fins als seus cimals apareixen des del mar a milers,
metrallant des de les altures els boscos i les planures.

Els dinosaures udolen com dimonis al lluny, els terratrèmols trunquen
qualsevol esperança de vida, tot occint el ramat.

Núvols de cendra cernuda per les dents es mouen cap al sol:
quelcom espavila ací i quelcom mor...

(Gracias a Pere Bessó por traducir este poema al catalan)

Mis queridos amigos:
Un poema de Andrei Langa con un sueño de apocalipsis, casi bíblico, la bola de fuego del profeta Elías, creo recordar. Mares, llanos y montañas, toda clase de animales y bestias sufren la metralla de los cielos y los cataclismos sísmicos de la tierra. Y es la bestia que aúlla y de presencia demoniaca, el dinosaurio. Curiosa aparición ésta, más del ámbito de las ciencias de la Naturaleza que del trasfondo religioso...
Quizás, para mi gusto, el poema gana en la descripción final: las nubes de ceniza cernidas por el ariel o tamiz de los dientes que se elevan hacia el sol, el astro de la luz que permite el ciclo de la vida y de la muerte. Afortunadamente el poeta forma parte de las cosas que despiertan y espabilan.
Os hago llegar el poema original en rumano, la versión al castellano del propio autor, Andrei Langa, y mi traducción al catalán a partir del original, marcado, pues, por la literalidad y los límites del sentido.
Un abrazo.
Pere  

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