Călimara
Nimicul capătă uneori formă de călimară
plină ochi cu cerneală sau cu alt lichid întunecat.
Acolo stă stiloul de lemn, cu penița tocită la vârf,
înfiptă într-un punct nemișcat de pe banca școlară.
Aulă rămasă fără elevi, fără voci stridente de profesori,
tablă tixită cu litere mici, o dată exactă fixată deasupra.
Nimicul s-a culcușit într-o aulă murdară de cerneală,
cu geamurile închise ermetic, sparte de sori.
El tintero
La nada toma a veces la forma de tintero
lleno de tinta o de otro liquido oscuro.
Allá está la pluma de madera, con el plumín embotado,
metido dentro de un punto inmóvil en la mesa escolar.
Aula sin alumnos, sin voces estridentes de profesores,
pizarra repleta de letras, una fecha exacta fijada por arriba.
La nada se ha alojado en un aula manchada de tinta,
con las ventanas cerradas, rotas por los soles.
El tinter
El no-res pren a voltes forma de tinter
sobreïxent de tinta o d’altre líquid fosc.
Enllà és la ploma de fusta, amb el plomí desgastat en la punta,
clavada en un punt fix del banc escolar.
L’aula resta sense alumnes, veus estridents de professors,
La pissarra fins al curull de lletres menudes, la data exacta fixada a dalt.
El no-res s’ha aixoplugat a l’aula tacada de tinta,
amb finestres hermèticament closes, danyades pels sols.
(trad. al catalán por Pere Bessó)
*
De nuevo vuelves al paraíso perdido de la infancia. El recuerdo de la escuela es una tema recurrente en todo poeta con vida propia. Nuestro gran poeta don Antonio Machado escribió su Recuerdo infantil, en en el que, junto a la monotonía de lluvia tras los cristales, describe la clase con el mapa mundi y las estampas de tema bíblico, Caín y Abel, y la voz tronadora del maestro haciendo recitar la lección. Yo todavía viví en el aula de preparatoria de una academia de barrio tales métodos, incluyendo la regla como método disuasorio y de castigo para el aprendizaje...
En tu poema, no aparece, sin embargo, ese objeto -la enorme regla de madera- tan temido e ingrato a nuestras manos, espaldas, cuello, muslos o nalgas, pero sí el tintero y la pluma de madera con su plumín o plumilla de punta desgastada, doblada o rota. Qué terror sentíamos cuando a la hora de hacer caligrafía mojábamos en el tintero, cargábamos en exceso y, plaf, mancha en el cuaderno, reprimenda del profesor y vuelta a empezar la hoja en blanco hasta el siguiente borrón que tratábamos de secar urgentemente con un pedacito de tiza a falta de papel secante, hala a copiar mi mamá me mima mucho o yo amo a mi mamá...
En tu poema, no aparece, sin embargo, ese objeto -la enorme regla de madera- tan temido e ingrato a nuestras manos, espaldas, cuello, muslos o nalgas, pero sí el tintero y la pluma de madera con su plumín o plumilla de punta desgastada, doblada o rota. Qué terror sentíamos cuando a la hora de hacer caligrafía mojábamos en el tintero, cargábamos en exceso y, plaf, mancha en el cuaderno, reprimenda del profesor y vuelta a empezar la hoja en blanco hasta el siguiente borrón que tratábamos de secar urgentemente con un pedacito de tiza a falta de papel secante, hala a copiar mi mamá me mima mucho o yo amo a mi mamá...
Un abrazo, Pere
Andrei, mi comentario sería poco para lo mucho que nos dice tu mirada interior cerca del significado de la tinta, el salón sin soles... Así,te dedico un breve poemínimo con admiración.
RăspundețiȘtergerePoemínimo 13
Sin Inspiración
Un tintero vacío
y una pluma sin tinta
Apasionados amantes
de las horas exánimes del poeta.
Te lo agradezco, Leticia, por el poema dedicado y por tu inagotable sensibildad hacia todo que quiere acercarse a la idea de la belleza...
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