Orbii din stradă își recapătă vederea,
căutându-și ochii rătăciți pe trotuare.
Ciocănesc cu bastonul, încearcă într-una
să perceapă sunetul pietrificat al pavajului.
Muzica mersului măsurat pe o funie
întinsă deasupra unei prăpastii populate.
Nu există semne de circulație,
doar intuiție pură, reflex condiționat.
Reflejo condicionado
Los ciegos de la calle recuperan la vista
buscando sus ojos perdidos por las aceras.
Golpean con sus bastones repetidamente e intentan
asimilar los sonidos petrificados del pavimento.
Música de andar atentamente por una soga
estirada sobre un precipicio habitado.
No hay señales de circulación,
solo pura intuición, reflejo condicionado.
Reflex condicionat
Els cecs del carrer recobren la vista,
buscant-se els ulls a la voravia.
Martellegen amb les seues gaiates, cercant
de sentir el so petrificat del paviment.
Musica d’anar mesurat per una soga
estesa a sobre d’un abisme poblat.
No hi ha cap senyal de circulació,
només intuició pura, reflex condicionat.
De siempre el ciego –o ciegos en compaña, si se quiere- han sido motivo literario. Desde la Antigüedad a hoy, pasando por las fábulas (Esopo y, a reculas, los falsos Isopetes), las coplas o cantares de ciego (Libro de Buen Amor), incluso llegando a las fórmulas expresivas del amor o la pasión y los refranes (“no hay más ciego que quien no quiere ver”)…
Hay un apólogo medieval en El Conde Lucanor, que no sé si conoces, en el que el Infante don Juan Manuel nos presenta a un ciego que lidera a un grupo de ciegos y les convence para ir a buscarse la vida a otro lugar. Al final, el ciego cae a un río y se ahoga él y los demás que le seguían de la mano, o de una cuerda.
La Tradición literaria, pues, nos presenta la figura del ciego como digna de compasión, pero también equilibrada su falta de vista con el desarrollo inhabitual de otros sentidos. Y asociada a diversos conocimientos y saberes, dados tanto por la propia experiencia, como por el trato con brujas, santones o curanderos… y toda clase de rufianes, golfos, putas y bravucones…
Por no extenderme, recordemos que el primer maestro de la vida –el primer amo- de Lázaro –El Lazarillo de Tormes- es justamente un ciego, a quien el pícaro niño es entregado por su madre, confiándole su instrucción para enfrentarse al mundo…
Tu poema, sin embargo, se renueva y actualiza con ciegos de ciudad por las aceras, no por sendas añejas. Un poema alegórico y no exento de humor negro. ¿Qué si no esa música a bastonazos o esa cuerda extendida sobre un precipicio o abismo poblado? En cierta medida, sí, el ser humano camina por las aceras de la vida como los ciegos y tan sólo provistos de las palpas de un pobre bastón. Y su pura intuición, su pobre reflejo condicionado.
Un abrazo,
Pere
Un instante es el contacto entre la oscuridad y la luz a través de un bastón trepidante sobre la piel de la ciudad. Invita a imaginar los sentimientos de esa parte de la sociedad que es ciega y la otra que sí ve, pero es ciega también. La esperanza es que suceda un encuentro.
RăspundețiȘtergerePara reflexionar es el tema de esta poesía.
Cuando nos movemos en el caos y los referentes se desdibujan, solo nos queda la intuición.
RăspundețiȘtergereUn abrazo
Mercedes