miercuri, 21 septembrie 2011

Itinerar rutinar/Itinerario de rutina/Itinerari de rutina* (trad. al catalan por Pere Bessó)


ITINERAR RUTINAR

Îmbrăcat în blugi, cămașă de in 
și chipiu din coajă de tei,
ieși pe ușă precum o șoaptă 
de adio din gura iubitei.

Nu apuci să traversezi strada 
și dai instinctiv înapoi
(traficul intens și semaforul în roșu 
mai fură un minut din minte).

Pierzi o oră într-un tren interminabil 
și ajungi cumva într-o junglă,
unde regele animalelor abia așteaptă 
să te mănânce de viu.

Îl rogi să te ierte pentru întârziere 
și treci rapid peste el,
uitând de darul vorbirii 
și zăbovind prin vegetația abundentă.

ITINERARIO DE RUTINA
 
Revestido en vaqueros, camisa de lino 
y sombrero de corteza de tilo,
sales por la puerta como un susurro 
de adiós por la boca de tu amor.

No consigues cruzar la calle 
y te paras instintivamente
(el tráfico intenso y el semáforo en rojo 
atrapa un minuto más de la cuenta).

Pierdes una hora en un tren interminable 
y llegas por fin a una jungla,
donde el rey de los animales te está esperando 
para arrancarte la piel.

Le pides disculpas por tu retraso 
y te alejas rapidamente de él,
olvidándote del lenguaje
y vagando por la abundante vegetación. 

ITINERARI DE RUTINA 
 
Embotit en vaquers, camisa de lli i gorra
d’escorça de tell,
ixes per la porta com xiuxueig de comiat
per la boca de l’amor.
 
No aconsegueixes creuar el carrer
i t’atures instintivament de nou
(el tràfic i el semàfor en roig encara
et lleven un minut).
 
Perds una hora en un tren interminable
i vulgues que no arribes a la jungla,
on el rei de les bèsties només cobeja devorar-te viu. 

Li pregues excuses pel teu retard
i passes ràpidament per damunt d’ell, 
oblidant-te del regal de les paraules
i enjogassant-te en la vegetació abundant.


*Caramba, amigo Andrei, vaya visión y vaya lectura de un itinerario dentro de la diaria rutina! Cómo se le quedará el cuerpo a tus lectores cuando piensen o imaginen que un día, acaso, pueden -ellos mismos- salir de casa silenciosamente, sin hacer ruido, para el trabajo usual, vestidos con la ropa normal, bue-jeans o vaqueros, camisa de lino y, eso sí, una gorra un tanto especial, de corteza -tu traduces por concha- de tilo (aunque los diccionarios se las traen pues unos dan corteza de limón y otros, ja, concha de cal! para que te fies del peine...). Iba diciendo que menuda sorpresa, salir a la calle y -todavía estamos en el plano real- cruzar el paso de cebra o esperar el cambio de rojo a verde del semáforo para el paso de peatones, coger el metro y, ay, comienza lo visionario del plano simbólico en tu poema: de la jungla de asfalto a la jungla de veras; del jefe o patrón o la autoridad que presumas al rey de la selva (¿volvemos al Bestiario, desde la postmodernidad, Andrei?), pero, eso sí, un final feliz de este texto con sabor a fábula y cuento con moral de apólogo. Lejos de ser devorados, tras las excusas de rigor, pasamos de, y nos entregamos, autor y lector, al placer ocioso de revivir los juegos de Natura, a despecho del león y toda su parafernalia de significaciones simbólicas y sentidos, entre la vegetación abundante. 



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