sâmbătă, 1 decembrie 2012

CERȘETORI/MENDIGOS/PIDOLAIRES (trad. al catalán por Pere Bessó*)


CERȘETORI

Nu trece o zi fără să nu întâlnim cerșetori
pe ici, pe colo, la o margine de drum.

Scotocim buzunarele, le punem un bănuț
sau poate că doi în palmele lor tremurătoare.

Într-o zi ne trezim că nu-i mai avem
și, contrariați, întoarcem buzunarele pe dos.

Scuturăm cu înverșunare scamele moi,
căutăm peste tot în hainele noastre parfumate.

Nimic și nimic, dedesubt doar piele goală,
iar acești cerșetori cer mai mult, ne cer viața.


MENDIGOS

No pasa ni un día sin encontrarnos con los mendigos
por alrededor, en la orilla de algún camino.

Revolvemos en los bolsillos, les ponemos una moneda
o puede que dos en sus manos temblorosas.

Un día nos despertamos sin más dinero
y, apesadumbrados, damos la vuelta a los bolsillos.

Sacudimos con perseverancia las pelusas blandas,
buscamos en cada parte de nuestros trajes perfumados.

Nada de nada, por debajo sólo hay piel desnuda,
y estos mendigos piden algo más, nos piden la vida.

 
PIDOLAIRES

No passa dia sense trobar-nos pidolaires
per ací, per allà, al marge del camí.

Regirem les butxaques, els posem una monedeta
o potser dues en les seues palmes tremoloses.

I un dia ens despertem que ja no en tenim
i, contrariats, els fem la volta a les butxaques.

Sacsem amb insistència els filats molls,
busquem pertot en les nostres robes perfumades.

Res de res, a davall només pell,
i aquests pidolaires demanen quelcom en bescanvi, ens demanen la vida.


*

Es un poema con regusto a parábola, querido Andrei. Sin duda. Aunque acá, a bote pronto, se cruzan referencias cristianas y paganas. Por un lado, la presencia de mendigos y pedigüeños es motivo en todos los inicios de las literaturas y nunca abandonado, aunque acentuado en épocas de crisis a lo largo de la Historia. Por otro, las fábulas de la Antigüedad grecolatina y la propia mitología (el óbolo a pagar al barquero Caronte, sin ir más lejos). Las referencias cristianas del Antiguo y Nuevo Testamento son numerosas y basta con recordar la parábola de Job y el rico Epulón o la misma cohorte de mendigos siempre tras Jesús de Nazaret y las Bienaventuranzas del mismo. El tema, pues, de la caridad cristiana es trascendido por la presencia de mendigos a los que socorremos y que, al cabo, son Ángeles de la desposesión, trasunto, antesala y noticia de la muerte, como nos mostró sobradamente el Barroco europeo (y entre nosotros, Quevedo). En este sentido, nada extraño que entrecruces el motivo de los mendigos junto con el ‘sueño de la vida’ o el ‘camino de la vida’…

 

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