FIRE DE VOLBURĂ
Mâini întinse spre privirile altora,
brațe lungi şi atât de cuminţi,
mâini mari şi mult prea mărturisitoare.
Dacă ai fi reuşit să vorbeşti atunci,
ai fi zis despre preţul pământului,
despre dorinţa de a plivi firele de volbură
întinse peste bulgării grei de țarâna,
în acea vară veche și atât de secetoasă.
Multă lipsă de apă atunci
pe buzele tale subțiri și spuzite…
Nu ar fi fost îndeajuns
nici apa a șapte izvoare,
ca să poată cumva să le umezească.
Cumplită sarcină să recunoști acum
chipul tău ce se acoperă tot mai mult
cu fire firave de volbură.
HOJAS DE CAMPANILLA
Manos extendidas hacia otras miradas,
brazos largos y tan obedientes,
manos grandes y muy confesoras.
Si tú pudieras decir algo por entonces,
hablarías sobre el precio de la tierra,
sobre el deseo de cortar las hojas de campanilla
extendidas por encima de los terrones pesados,
en aquel viejo y tan tórrido verano.
Mucha falta de agua por entonces
en tus labios gastados y agrietados…
No habría sido bastante
el agua de los siete manantiales,
para humedecerlas de alguna manera.
Terrible tarea la de reconocer ahora
tu rostro que se cubre más a menudo
con hojas finas de campanilla.
*
Por experiencia de diversas lecturas he de reconocer que la campánula es una flor aceptablemente cantada en la lírica de los grandes. Citaré sólo dos poetas que ahora mismo recuerde, Ezra Pound y Amis Lowell, ambos imaginistas. Resulta curioso, sin embargo, que tu lectura no quede sólo en el cántico de la belleza floral, pues que hay un tinte nostálgico, por un lado, a la hora de recordar la faena de escardar o herbear con la azada y la sequedad de los labios, acorde a la sequía de la tierra con sus terrones resecos y compactos y, por otro, de nuevo la referencia religiosa que no falte: los siete manantiales como los siete puñales o los siete dolores de la devoción mariana. Los versos finales parecen describir un ocultamiento del ser entre campánulas. Un poema muy bello, sugerente y con cierto delicado puntillismo críptico en el tratamiento de los símbolos que ornan tales flores.
Un abrazo.
Pere TIGES DE CAMPÀNULA
Mans esteses cap a altres mirades,
braços llargs i tan judiciosos,
mans grans i massa confesses.
Si reixires a parlar llavors,
diries del preu de la terra,
del desig d’escardar les tiges de campànula,
esteses damunt de pesats terrossos de camp,
en aquell vell estiu tan ressec.
Molta mancança d’aigua llavors
als teus llavis fins i amb bombolles…
No hi hauria hagut prou
ni amb l’aigua de set fonts,
per a poder d’alguna manera humidir-los.
Cruel tasca reconéixer ara
el teu rostre que es cobreix molt més
amb delicades tiges de campànula.